Cinco claves del Papa Francisco sobre la amistad

“La amistad es de los regalos más grandes que una persona, que un joven, puede tener y puede ofrecer”, ha dicho el Papa Francisco. Pero, ¿cuándo un compañero empieza a ser un amigo?, ¿cuándo una conocida se convierte en una amiga?

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Cinco claves del Papa Francisco sobre la amistad

1. Un buen amigo conoce tus secretos: Tener buenos amigos es tener personas en las que podamos confiar y abrir nuestro corazón para compartir penas y alegrías, sin miedo a ser juzgados. “Un amigo fiel –dice la Biblia– es un refugio seguro; el que lo encuentra halla un tesoro. Nada vale tanto como un amigo fiel; su precio es incalculable”. Sin embargo, esto no nace de un día para el otro y, como dice el Papa Francisco: “Un amigo no es un conocido, uno con el cual pasa un buen rato de conversación. La amistad es algo hondo”. “Es necesaria la paciencia para forjar una buena amistad entre dos personas. Mucho tiempo de hablar, de estar juntos, de conocerse, y ahí se forja la amistad. Esa paciencia en la cual una amistad es real, sólida”.

2. Un buen amigo nunca te deja tirado: Decía Jesús que “no hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos”. El Papa Francisco advierte: “Cuando uno quiere a alguien, le está al lado, lo cuida, ayuda, le dice lo que piensa, sí, pero no lo deja tirado. Así es Jesús con nosotros, nunca nos deja tirados”. La amistad verdadera es desinteresada, busca más dar que recibir. San Josemaría aconsejaba vivir un propósito firme en la amistad: que en mi pensamiento, en mi palabra, en mis obras respecto a mi prójimo nunca deje de practicar la caridad, que jamás dé paso en mi alma a la indiferencia”.

3. Un buen amigo siempre te defiende: No permitas nunca que crezca la hierba mala en el camino de la amistad: sé leal”, decía San Josemaría. Un buen amigo no abandona cuando llegan las dificultades, no traiciona ni tiene envidia, nunca habla mal del amigo, ni permite que, ausente, sea criticado, porque sale en su defensa. “Felices los que saben ponerse en el lugar del otro, en los que tienen la capacidad de abrazar, de perdonar. Errores tenemos todos, equivocaciones, miles. Por eso, felices aquellos que son capaces de ayudar a otros en su error, en sus equivocaciones. Que son verdaderos amigos y no dejan tirado a nadie”, reflexiona el Papa Francisco.

4. Un buen amigo no te “vende humo”: Como decía San Josemaría, la amistad verdadera supone también un esfuerzo cordial por comprender las convicciones de nuestros amigos, aunque no lleguemos a compartirlas, ni a aceptarlas”. El trato con Jesús nos lleva a una actitud abierta, comprensiva, que aumenta la capacidad de tener amigos. “Jesús no te vende humo -anunciaba el Papa Francisco- porque sabe que la felicidad, la verdadera, la que deja lleno el corazón, no está en las «pilchas» que llevamos, en los zapatos que nos ponemos, en la etiqueta de determinada marca. Él sabe que la felicidad verdadera, está en ser sensibles, en aprender a llorar con los que lloran, en estar cerca de los que están tristes, en poner el hombro, dar un abrazo. Quien no sabe llorar, no sabe reír y por lo tanto, no sabe vivir. Jesús sabe que en este mundo de tanta competencia, envidia y tanta agresividad, la verdadera felicidad pasa por aprender a ser pacientes, a respetar a los demás, a no condenar ni juzgar a nadie. La propuesta de Jesús es de plenitud. Pero por sobre todas las cosas, es una propuesta de amistad, de amistad verdadera, de esa amistad que todos necesitamos.”

5. Un buen amigo te hace el aguante (te alienta/te apoya): Es propio de la amistad darle a nuestros amigos lo mejor que tenemos. Y nuestro más alto valor, sin comparación, es ser amigos de Jesús. El Papa Francisco nos anima a ser verdaderos amigos de nuestros amigos, amigos al estilo de Jesús: “Pero no para quedarnos entre nosotros, sino para salir a la «cancha», a ir a hacer más amigos. Para contagiar la amistad de Jesús por el mundo, donde estén, en el trabajo, en el estudio, en la previa, por WhatsApp, en Facebook o Twitter. Cuando salgan a bailar, o tomando un buen tereré. En la plaza o jugando un partidito en la cancha del barrio. Ahí es donde están los amigos de Jesús. No vendiendo humo, sino haciendo el aguante. El aguante de saber que somos felices, porque tenemos un Padre que está en el cielo”.