En el fallecimiento de Jorge Rossi

El 3 de enero pasado falleció Jorge Rossi, supernumerario del Opus Dei. La prensa publicó varios artículos escritos por personas que le conocieron, en los que se muestra su talante humano y cristiano. En uno de ellos se menciona “¡Qué perdida más grande, pero qué esperanza fecunda nos deja con su coherencia!” y en otro se le describe como “un hombre que supo vivir la política como una forma de servicio a los demás ciudadanos”. El siguiente es un artículo publicado en la sección de opinión de La Nación.

En la lucha tenaz

San José, Costa Rica, 8 de febrero de 2006

 

En la lucha tenaz de fecunda labor vivió Jorge Rossi. Siempre estuvo al pie del cañón: en el trabajo, en la industria, en la agricultura, en el servicio público, en la política, en la religión.

No se sabe cómo le alcanzaba el tiempo para tantas cosas. En todo en lo que se metía, resultaba ejemplar.

Lo conocí en Turrialba hace ya muchos años. Él tenía una finca allá por Santa Teresita, y este escribiente era ingeniero municipal y de Obras Públicas en la zona. El propósito del Gobierno de entonces era llevar caminos hasta las zonas productoras de la riqueza, favoreciendo a quienes cultivaban la tierra.

"Solo nos queda pedir a Dios que, cuando pueda, nos mande más gente como Jorge Rossi"

Un día llegó don Jorge a las oficinas municipales para invitarme a visitar la zona de Santa Teresita; allí había una gran producción agrícola y lechera, pero no había camino.

Se consiguió un par de caballos y nos fuimos por aquellas tierras tan ricas para la producción de alimentos y tan aislada en esa época. Algunos meses después pudimos abrir por lo menos una trocha y levantar los primeros puentes en la ruta.

Su inteligencia y habilidad para vislumbrar el rumbo económico del país lo pudo aprovechar el Gobierno desde el Ministerio de Hacienda, el Banco Central, la Asamblea Legislativa y la vicepresidencia de la República. Es una lástima que no lográramos ponerlo a la cabeza del Poder Ejecutivo.

Apego a la ley. En la última administración Figueres (1970-1974) fue vicepresidente con el doctor Manuel Aguilar Bonilla. Un día don Pepe tenía que ir a Estados Unidos, y la Asamblea Legislativa, que debe autorizar las salidas al exterior del presidente, no estaba sesionando. Aun así, don Pepe decidió irse. Llamó a sus vicepresidentes para que alguno se quedara en el cargo. Tanto Aguilar como Rossi se negaron a obedecerlo por cuanto no existía permiso legislativo. Entonces don Pepe dejó al país sin presidente durante tres días. Así era don Pepe.

La obra social de Jorge Rossi es desconocida porque él siempre la mantuvo en el anonimato, pero fue él uno de los patrocinadores del Centro Universitario Miravalles, donde se albergan tantos estudiantes que disfrutan de sus beneficios.

Otra actividad memorable de Rossi fue su fiel servicio a la Iglesia Católica. A mí me invitó algunas veces a las reuniones del Opus Dei, donde se promueve la santidad por medio del trabajo común y el servicio al prójimo. Este es un cambio fundamental en el ejercicio de la religión.

Don Jorge nos ha abandonado y solo nos queda pedir a Dios que, cuando pueda, nos mande más gente como Jorge Rossi. Ojalá que así sea.

 

Algunos artículos publicados en la sección de opinión del periódico La Nación.

Juan José Sobrado

“El Legado de Jorge Rossi”, viernes 20 de enero

https://www.nacion.com/ln_ee/2006/enero/20/opinion3.html 

Helena Ospina de Fonseca

“Jorge Rossi Chavarría”, viernes 6 de enero

https://www.nacion.com/ln_ee/2006/enero/06/opinion6.html

Fabian Volio

“¡Viva Rossi!”, jueves 5 de enero

https://www.nacion.com/ln_ee/2006/enero/05/opinion3.html

Eladio Jara Jiménez // La Nación